El tema de Cataluña, perdón, el tema de los soberanistas catalanes, cansa, aburre y a la vez preocupa y mucho por la trascendencia que tiene.
Desde que se rompió el equilibrio entre el principio democrático y el principio de legalidad, el gobierno de la Generalitat va de desvarío en desvarío. Puigdemont aferrado a la hoja de ruta que le marcan la CUP y Junqueras cierra filas con un Gobierno dispuesto a llegar hasta el final y para eso echa a los Consejeros que se atreven a reflexionar sobre el tema y a los que tienen miedo por sufrir las consecuencias de hacer una ilegalidad, todo dispuesto a llegar al uno de Octubre con las urnas puestas en las mesas electorales, incluso si es necesario las compra él.
Tenemos el convencimiento que el referéndum no se va a celebrar y si se celebra no tendrá las consecuencias pretendidas, ya que la participación será mínima y por tanto no se podrán trasladar los resultados al hecho político de la secesión y porque carecerá de reconocimiento interno y externo al ser celebrado ilegalmente y al margen de la Constitución.
Sin embargo lo que está consiguiendo Puigdemont es ahondar en la brecha social entre España y Cataluña y entre los mismos catalanes. Eso sí, ayudado por la política de inanición del Presidente Rajoy que espera en su sofá una actuación contundente para restablecer el orden constitucional (como les gusta estos términos a la derecha). Es decir, la política está ausente, trabajan los jueces y la policía judicial, el resto de fuerzas de seguridad del Estado están alertas de cara al día uno de Octubre, ¿y la política, dónde está?,
Lo preocupante de esta situación es que salvo Pedro Sánchez que está lanzando propuestas para mediar en el conflicto, el resto de líderes se atrincheran en sus posiciones con el pretexto que negociar es ceder ante los soberanistas. Se oyen voces cada vez mas numerosas, que si el problema está en la descentralización de la gestión educativa que los catalanes utilizaron para educar a una generación de independentistas, que se aguantó mucho tiempo las ansias soberanistas y que estamos padeciendo las consecuencias, ... Y lo menos malo que tienen que oír los que abogan por la negociación es que pecan de "buenísimos" y que a los catalanes no se les puede consentir más. Esa es la triste realidad.
El reconocer la plurinacionalidad del Estado es obvio y de hecho ya está reconocido socialmente, eso sí, esa realidad hay que trasladarla a la Constitución; la revisión de las competencias y de la financiación se viene reclamando desde hace mucho tiempo, incluso por autonomías que no son Cataluña. Veo con satisfacción que Pedro está tomando con iniciativas políticas la delantera al resto de líderes para resolver un problema que es eminentemente político.
Partiendo del hecho de que el referéndum no será decisivo, ¿cómo quedará la sociedad catalana?, ¿y las relaciones de Cataluña con el Estado?. Lo único que puede paliar los efectos nocivos de esta situación es abrir una vía de negociación que termine con la modificación de la Constitución, y no creo que Rajoy ni Puigdemont estén capacitados para negociar y buscar una salida y mucho menos cerrar este conflicto.
Y en vacaciones no nos libraremos de más Rajoy, más Puigdemont, más Junqueras, más actos judiciales, más declaraciones altisonantes ... como dicen en Aragón, cansinos, que sois unos cansinos.
Desde que se rompió el equilibrio entre el principio democrático y el principio de legalidad, el gobierno de la Generalitat va de desvarío en desvarío. Puigdemont aferrado a la hoja de ruta que le marcan la CUP y Junqueras cierra filas con un Gobierno dispuesto a llegar hasta el final y para eso echa a los Consejeros que se atreven a reflexionar sobre el tema y a los que tienen miedo por sufrir las consecuencias de hacer una ilegalidad, todo dispuesto a llegar al uno de Octubre con las urnas puestas en las mesas electorales, incluso si es necesario las compra él.
Tenemos el convencimiento que el referéndum no se va a celebrar y si se celebra no tendrá las consecuencias pretendidas, ya que la participación será mínima y por tanto no se podrán trasladar los resultados al hecho político de la secesión y porque carecerá de reconocimiento interno y externo al ser celebrado ilegalmente y al margen de la Constitución.
Sin embargo lo que está consiguiendo Puigdemont es ahondar en la brecha social entre España y Cataluña y entre los mismos catalanes. Eso sí, ayudado por la política de inanición del Presidente Rajoy que espera en su sofá una actuación contundente para restablecer el orden constitucional (como les gusta estos términos a la derecha). Es decir, la política está ausente, trabajan los jueces y la policía judicial, el resto de fuerzas de seguridad del Estado están alertas de cara al día uno de Octubre, ¿y la política, dónde está?,
Lo preocupante de esta situación es que salvo Pedro Sánchez que está lanzando propuestas para mediar en el conflicto, el resto de líderes se atrincheran en sus posiciones con el pretexto que negociar es ceder ante los soberanistas. Se oyen voces cada vez mas numerosas, que si el problema está en la descentralización de la gestión educativa que los catalanes utilizaron para educar a una generación de independentistas, que se aguantó mucho tiempo las ansias soberanistas y que estamos padeciendo las consecuencias, ... Y lo menos malo que tienen que oír los que abogan por la negociación es que pecan de "buenísimos" y que a los catalanes no se les puede consentir más. Esa es la triste realidad.
El reconocer la plurinacionalidad del Estado es obvio y de hecho ya está reconocido socialmente, eso sí, esa realidad hay que trasladarla a la Constitución; la revisión de las competencias y de la financiación se viene reclamando desde hace mucho tiempo, incluso por autonomías que no son Cataluña. Veo con satisfacción que Pedro está tomando con iniciativas políticas la delantera al resto de líderes para resolver un problema que es eminentemente político.
Partiendo del hecho de que el referéndum no será decisivo, ¿cómo quedará la sociedad catalana?, ¿y las relaciones de Cataluña con el Estado?. Lo único que puede paliar los efectos nocivos de esta situación es abrir una vía de negociación que termine con la modificación de la Constitución, y no creo que Rajoy ni Puigdemont estén capacitados para negociar y buscar una salida y mucho menos cerrar este conflicto.
Y en vacaciones no nos libraremos de más Rajoy, más Puigdemont, más Junqueras, más actos judiciales, más declaraciones altisonantes ... como dicen en Aragón, cansinos, que sois unos cansinos.
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